jueves, 20 de enero de 2011

La religión y yo

Tengo días sin publicar nada debido a que he tenido mucho trabajo. Hoy casi no tengo pendientes y decidí dedicarle un rato al blog.


Así que se me ocurrió de hablar de una de mis némesis, no más mortal que un taxi, pero si más molesto, mucho más molesto.


Uno no simplemente nace odiando la necesidad espiritual del ser humano, porque la verdad es que todos necesitamos de una fuente de inocencia y espiritualidad para no volvernos locos y sin embargo la gente sabe arruinar eso. ¿Cómo? creando reglas, formando grupos, inventando culpas y creyendo que lo que piensan es cien por ciento real. En otras palabras, ya no hay un sentido espiritual en la creencia de un ser metafísico de tres cabezas que se masturba y nace de sí mismo. En especial si su dogma se basa en los mismos fundamentos del lavado cerebral. Hacen que te odies a ti mismo, que admitas que eres una mierda pecadora y después aceptar que tu salvación es un monstruo de tres cabezas hermafrodita; que la salvación llegará a ti si desperdicias al menos una hora a la semana a escuchar a un fulano sobre un tipo, que se supone existió en los tiempos de los romanos, que se sacrificó por los pecados del mundo, y que algún día volverá como un zombi-vampiro-warlock y dominará al mundo por 1000 años.


Suena como una historia épica de reverencia, no de adoración. En otro contexto quizás habría estado entre mis lecturas favoritas, pero como dije, la gente sabe arruinar las cosas buenas.


Para mi suerte, pese a que mi familia es... o era católica, ya no sé cómo anda su fe, nunca se me obligó a ir a la iglesia a menos que fuera una ocasión especial como las bodas o bautizos... y aun así solíamos evitar ser invitados a bodas y bautizos. Tampoco se dedicaron a sermonearme sobre dios. Pero, para mi mala suerte, el resto de mi familia si era católica de hueso. Así que no falto mucho para que se pusieran a joder, diciéndonos de manera literal a mi hermano y a mí que nos iríamos al infierno si no hacíamos la primera comunión y la confirmación. Después se pusieron más fastidiosos cuando nos encontramos con nuestros primos lavados del cerebro diciéndonos lo mismo. Total, las cosas crecen con facilidad y este asunto creció al grado de que los tíos se aseguraban de que sus hijos no se acercaran a nosotros. Imaginen la presión psicológica para un niño de 6 o 7 años y la presión social que estaban ejerciendo sobre mis padres. En fin, a regañadientes me obligaron a hacer la primera comunión. Lo bueno fue, y me enorgullezco, es que hice trampa. -Así es, dios, hice trampa, así que metete tu comunión por el ano, porque no creo en un solo dios, ni creo en ti en especial-. Un mes después de ser ingresado a un grupo de catecismo me gradué de la ñoñería de la iglesia, celebramos con comida y nunca más volví a pisar el suelo cristiano (er, católico) por mi voluntad en los años que siguieron, excepto una vez más cuando murió mi padre.


Pero sinceramente nunca le di mucha importancia a la fe y a dios, al menos hasta que entre a secundaria. Cuando por fin lleve historia universal, materia que me gustó mucho y lleve estudios por mi cuenta, así aprendí que el cristianismo no era cosa nueva, hay una época en la que se volvió muy popular y no ayudo en nada, se llamó la edad oscura u oscurantismo. Y los padres, quizás no como ahora, pero estoy seguro que  he escuchado historias bastante interesantes sobre padres, curas y seminaristas de hoy en día que se parecen mucho a las de entonces. También aprendí sobre el holocausto, sobre los judíos, y sobre muchas guerras y carnicerías empezadas por el slogan de "en nombre de dios".


Total, en secundaria me proclamé a mí mismo ateo. No porque tuviera algún resentimiento con dios y sí que tenía motivos para resentirme con dios. Sino porque solo me parecía una mala excusa para cualquier cosa, o ¿realmente no les cansa escuchar a la gente decir que necesitan licencia de dios para lograr cualquier cosa en sus vidas? Debido a esto muchos locos pensaron que era Mason, ¡ojala fuera masón!, tendría una posición social alta y seria moderadamente rico. En fin, en secundaria conocí a una cristiana bastante irritante, no era mala persona pero muchas veces era un verdadero dolor el culo con esa actitud de grandeza sin fundamentos y la condescendencia de alguien que ve a un animal sufriendo o a un niño antojado por una golosina. Esto no ayudo mucho a mi relación con dios. En preparatoria aprendí que la espiritualidad era una necesidad sana, mas no era necesario que esta tuviera que encontrarse en una religión, así que me volví agnóstico, en estos momentos soy un agnóstico de creencias propias pero lo dejare simple diciendo que si existe o no un dios, este no interfiere en mi vida y poco me importa lo que haga.



Para aquellos tiempos ya había leído "El existencialismo es un humanismo" y "Dios y el estado" por lo que ahora además de agnóstico era  existencialista, cosa que me causaría problemas más tarde pero dudo que sea necesario expresarlos aquí. En preparatoria, o bachillerato para algunos, me reencontré con esta cristiana, quien siguió teniendo su aire de "soy mejor que tú por creer en dios" que tanto me enfermaba. Además de todo era una machetera para quienes conocen el termino, para los que no les explicare un poco. Yo solía llegar temprano a la escuela porque me gustaba elegir mi asiento libremente y porque me gustaba sentarme en la bancas de las áreas verdes, debajo de algún ficus o mango. Ella llegaba temprano y se encerraba en la biblioteca repasando los temas de las materias que veríamos el día en cuestión. Cosa que aproveche para auto compensar mi necesidad de fastidiarla con razonamientos que niegan la existencia de un dios, ahora podía demostrar que era más inteligente que ella sin necesidad de machetear. Todo eso resulto bastante bien, es decir, historia universal me resultaba pan comido, y la física me gustaba hasta cierto punto, en matemáticas era un asco y casi nadie sabía qué hacer con química, así que tuve mis puntos fuertes y podía jactarme de que si tenía notas regulares era porque en realidad era un perezoso, a diferencia de quienes tenían notas regulares tras matarse en la biblioteca.


Sin embargo esto era más un asunto personal entre rivales que una mera batalla de fe, pronto deje de fastidiarla con cuestiones metafísicas y nos volcamos un poco más a la moral  humana y a la competitividad en el salón de clases. Pero un buen día ella escupió algo que devoró mi paciencia "¿que pudo haberte hecho tan infeliz para no creer en dios?" -woah, woah, ¿yo? ¿Infeliz?- aun me elude como es que se atrevió a decir eso. Y hace pocos meses lo volvió a sugerir. Pero ahora tuve el valor de decir "mujer, en este momento no seré la persona más alegre del mundo, y tengo mis razones para estar triste, pero te aseguro que soy más feliz que tu".


La espiritualidad no es mala, los dogmas religiosos son malos. La espiritualidad vuelta religión es una mierda en un barquillo de helado y solo los enfermos y masoquistas comen de él. No me voy a poner a hablar de organizaciones religiosas que son más cultos fanáticos a dios y a cristo que harían lo que fuera por ganar su guerra santa; créanme, no necesitan más propaganda. Pero creo que debe quedar en claro que tener una creencia que nos vincule a un mundo espiritual no es malo, es incluso sano. Lo malo es fanatizarse, lo malo es querer volver esa creencia una realidad, y aun peor tomar por verdaderos todos sus fundamentos.


Buenas noches. Y a la persona que sabe de quién hablo. Espero que pueda leer esto y tan solo esbozar una sonrisa de complicidad. Por lo demás, lo hice público para compartir algo con las pocas personas que me leen. Hasta la próxima. ¡Alabado sea  el monstruo de spaghetti!

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