lunes, 28 de marzo de 2011

see who i am? out where nothing's forgiven...

Mi cabeza se mese de un lado a otro tratando de contener una mente que patina sin control. Esta se escapa y da pie a la locura. Doy pie a la locura y no me importa, ¿me siento mal? ¿Cómo podría decir que me siento mal cuando ha dejado de importarme el dolor? Mis ojos están rojos, mi cuerpo está cansado y mi alma se está rindiendo. La fachada caerá un día, para bien o para mal, quizás lastime a más de una persona o quizás logre contenerme, quizás solo queme mi sangre y derrita mi cerebro.

A lo largo de mi vida muchas personas dedicaron poco o nada de tiempo a conocerme, mi rostro es poco amistoso, mi aspecto los ahuyento. Desde niño fue fácil dejar pasar eso por alto, siendo mi personalidad algo pasiva, el que me tuvieran un miedo injustificado me servía para que no se metieran conmigo, con excepciones. Ahora lo pienso y recuerdo que para la gente somos lo que parecemos, si la gente cree que yo soy malvado, una mala persona, alguien despreciable; entonces quizás lo soy.

No hay a quien culpar al respecto más que a mí mismo. Nunca dediqué tiempo a cambiar su opinión de mí, y nunca me pareció necesario hacerlo. La gente es estúpida, los niños son crueles, los adolescentes son crueles y estúpidos, no vale la pena. Y los adultos son simples idiotas.


Cada mañana despierto con la necesidad de mi panacea. La consumo sin dudar a sabiendas de que bebo un veneno. Demasiado terco, demasiado obsesionado para concederme un respiro, sigo andando por el camino que tracé. El yermo no fue nunca más obvio para mí, y la luz no es más que una lamparilla parpadeante en el cielo de un mundo arrasado. La dama de azul no me ha visitado en días; me pregunto si se habrá dado por vencida conmigo. La dama de rojo mantiene su distancia y ve el mundo sobre un peñasco, expectante, decidida a ver a qué fin llegará lo que alguna vez fuera un hermoso paisaje rebosante de sueños. Los sueños que llegué a disfrutar, los sueños que alimentaban mis fantasías infantiles, los que me motivaban a tener una vida feliz. Son sueños a los que he renunciado. Ya no hay sueños, ni siquiera pesadillas; no hay manera de hacer más daño que el que yo mismo he provocado.


Pero aun mantengo mi fachada, aquella que algún día perderé, el día que el caos reptante entre a mis sueños. Quizás el día que Hipnos me encuentre mientras duermo. El día que el mi mente por fin resbalé por un peñasco y se lleve consigo quien soy yo, dejando solo a otro adulto convertido en una carcasa vacía de quien solía ser. Por las personas que aprecio desearía que el día nunca llegué, pero seré honesto y diré que me dirijo en picada al abismo. No para vencer ningún demonio, no para volverme uno, sino para entregar lo que queda de mi a sus fauces hambrientas.


La misantropía está de moda, estoy de humor para vestirla. Pero ya no estoy seguro de que tan bien me luce. Esta noche no hay luna; no hay recordatorios hirientes, pero el recuerdo quedó grabado profundo en mi persona.

El yermo nunca fue más obvio para mí, pronto seré otro animal muerto de sed. Mi despojo será arrojado fuera del camino. Ojos ingenuos podrán ver el cuerpo putrefacto de un lobo estepario, de un pobre diablo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario